“Mi padre es un asesino serial y yo lo entregué”: cinco homicidios, un ADN y una hija valiente que descubrió la peor verdad

Cada vez que April Balascio se mudaba junto a su padre, Edward Wayne Edwards, su madre y sus cuatro hermanos, era porque alguien había desaparecido en el pueblo donde vivían. Esa aterradora coincidencia quedó sellada en su memoria, y recién a sus 40 años descubrió que había sido criada por un asesino en serie.

Tenía 11 años cuando empezó a presentir que las dos facetas opuestas de su papá eran peligrosas. “Él transformaba cualquier casa en tuviéramos en un paraíso, y en Navidad no podía esperar a que amaneciera para vernos abrir los regalos que había elegido cuidadosamente para cada uno”, relató April en una entrevista con The Guardian.

Su padre los había llevado prácticamente por todo Estados Unidos, y siempre por poco tiempo. Desde Ohio, Georgia, Florida, Arizona, Colorado, Wisconsin, hasta Pensilvania.

Edward Wayne Edwards, el padre de April Balascio. (Foto: Archivo)Edward Wayne Edwards, el padre de April Balascio. (Foto: Archivo)

Vivieron en todo tipo de lugares. No solo en viviendas tradicionales, sino también en autocaravanas, camiones de mudanza, autobuses escolares, granjas, casas móviles, tiendas de campaña, y graneros.

La mayoría de las veces esas locaciones no tenían calefacción ni agua corriente, y adondequiera que fuesen, Balascio y sus hermanos se convertían en lo que April define como “una banda de niños trabajadores”.

“Mi padre sabía de todo, plomería, electricidad, albañilería, y nos enseñó a subirlos a las escaleras, arreglar techos, pisos, lo que hiciera falta”, narró. En cada comunidad se mimetizaban rápidamente y se ganaban la confianza de los vecinos.

“Cuando yo tenía dos años mordí un cable eléctrico por accidente y terminé internada, y mi padre fue quien me cambió la venda de la cara cada mañana; también el que me acompañó a vender galletas para que pudiera batir récords estatales en iniciativas locales de recaudación de fondos”, relató.

Pero también había violencia, y esa era la otra cara del hombre que de a poco dejó de idealizar y empezó a tenerle miedo por su potencial para hacer daño. “Eso es lo que pasa con los psicópatas carismáticos, que son muy queridos, son el alma de la fiesta, pero cuando lastiman no sienten ninguna culpa”, expresó su propia hija.

Edward Edwards, de ser uno de los 10 hombres más buscados del FBI a “padre modelo”

Edwards tenía un pasado oscuro y no lo ocultaba. Todo lo contrario, hacía alarde de su cambio de vida, e incluso apareció en un programa de televisión donde habló de su libro, titulado Metamorfosis de un criminal.

Había conocido a la madre de Balascio, Kay Lynn Hedderly, a fines de los años 60 en un autobús en Akron, Ohio. Ella tenía 21 años y él 35. Tuvieron cinco hijos y no se separaron por las siguientes cuatro décadas.

Él estaba en libertad condicional por haber estafado y robado cuando empezó a salir con mi mamá”, comentó April. La infancia de Edwards había estado marcada por el crimen, desde que fue internado en un orfanato cuando era niño, y en la adolescencia pasó de robar bicicletas a autos, y luego empezó a estafar empresas cada vez más grandes.

Edward Edwards y su esposa muestran los retratos de tres de sus hijos, soldados del ejército de Estados Unidos. (Foto: Archivo)Edward Edwards y su esposa muestran los retratos de tres de sus hijos, soldados del ejército de Estados Unidos. (Foto: Archivo)

Llegó a estar en la lista de los “10 más buscados” del FBI, pero cuando conoció a su futura esposa le dijo que todo eso había quedado atrás. En cada pueblo enseguida conseguía trabajo y era una suerte de orador motivacional que predicaba sobre la fuerza de voluntad para salir adelante.

“Una vez mis hermanos más chicos robaron dulces de una farmacia, y mi papá los hizo volver enseguida y les obligó a disculparse y a hacer tareas para el dueño para compensar; pero probablemente mi padre robó en esa misma farmacia varias veces, solo que no quería que creciéramos como él“, reflexionó April sobre la ambivalente paternidad de Edwards.

Era impredecible y volátil. El miedo y la incertidumbre sobrevolaban siempre puertas adentro. “Tenía momentos explosivos, y yo vi cómo le rompió la mandíbula a mi madre dos veces, y otra vez la apuñaló porque se habían terminado todas las papas fritas“, develó Balascio, que es la mayor de sus hermanos.

A veces estaban cenando todos juntos en una aparente calma y al minuto siguiente estaban levantando los platos rotos del suelo. Uno de los peores recuerdos de April es haberlo visto golpear a su madre cuando ella estaba embarazada.

“Mi mamá estaba muy controlada y muy maltratada. En los años ’70 no existían los programas de violencia de género; ella se sentía abrumada; no tenía trabajo, ni carnet de conducir, siempre en casa con cinco hijos. ¿Qué iba a hacer para salir de ahí?”, reflexionó.

Más de una vez su padre prendió fuego los lugares donde vivían antes de irse sin mirar atrás hacia otro destino. En retrospectiva no tiene dudas de que era para esconder evidencias de otros crímenes. April se fue de su casa ni bien cumplió la mayoría de edad y nunca más volvió a convivir con su familia.

“Criada por un asesino en serie”: el libro de April Balascio que revela toda la verdad sobre su padre

En diciembre de 2024, Balascio publicó su libro, “Criada por un asesino en serie: descubriendo la verdad sobre mi padre”, donde sella con su pluma cómo una búsqueda en Google fue la clave para encontrar las respuestas que persiguió toda su vida.

“¿Por qué nos habíamos ido de todos esos pueblos con tanta prisa? Tenía vagos recuerdos de rumores de personas desaparecidas, de cadáveres encontrados; ¿acaso tenía algo que ver con mi infancia?”, se pregunta en las primeras líneas de su escrito, e hipnotiza a los lectores con lo que podría ser la trama de una novela policial, pero es su propia vida hecha papel.

La portada del libro de April Balascio. (Facebook: "April E. Balascio")La portada del libro de April Balascio. (Facebook: “April E. Balascio”)

Para cuando escribió aquellas palabras a modo de catarsis April tenía 40 años. Vivía en una hermosa casa en Jefferson, Ohio, junto a su esposo y sus tres hijos adolescentes.

“Una noche en 2009, daba vueltas por mi dormitorio, como hice durante 18 meses, tratando de relacionar cada año, mes y lugar donde viví en mi niñez“, detalló.

April asegura que tanto ella como sus cuatro hermanos llevaron “vidas honestas”, que todos pudieron comprarse una casa propia, y tener trabajos estables para sustentar a sus familias. Pero estaban muy lejos de sentir que habían alcanzado el éxito.

“Me atormentaban las preguntas sobre mi pasado y siempre traté de encontrarle sentido, sin esperanza de armar el rompecabezas”, confesó. Hasta que buscó en Google “Caso sin resolver 1980 Watertown Wisconsin”.

Apareció un doble homicidio conocido como “el asesinato de los novios”. Sintió taquicardia cuando leyó la noticia sobre dos jóvenes que desaparecieron la noche del 9 de agosto de 1980, tras asistir a una boda a las afueras de Watertown en Wisconsin.

Las víctimas, Kelly Drew y Timothy Hack tenían 19 años, y eran pareja desde que empezaron la secundaria. Seis días después de su desaparición, hallaron tiras de la ropa destrozada de Kelly junto a un camino rural, con semen seco en sus pantalones. Ese ADN era clave, pero no coincidía con ningún sospechoso, hasta ese momento.

Los cuerpos fueron descubiertos recién dos meses y medio después. Tim había sido apuñalado, y Kelly había sido atada, estrangulada y abusada sexualmente. A pesar de una de los crímenes más atroces de Wisconsin, la policía no pudo encontrar al asesino.

Se acordaba de su padre comentando que dos adolescentes habían desaparecido, atento a las noticias, y tan solo un mes después emigraron a Pensilvania.

Habían pasado 29 años de aquel momento, pero el doble asesinato volvía a aparecer en los resultados de Google porque el condado de Jefferson había reabierto el caso en 2007, por ser uno de los pocos donde pese a haber evidencia biológica, no habían descubierto al responsable.

Solicitaban a la ciudadanía cualquier pista, y brindaban un teléfono para información. April sintió que tenía que marcar esos números, pero antes llamó a una de sus hermanas menores.

“Ella solo tenía cuatro años cuando salimos de Wisconsin, así que no esperaba que confirmara lo que yo recordaba, pero quería su aprobación. En cambio de eso, me advirtió: ‘Pensá en lo que esto le hará a nuestras familias‘”, contó.

Pero ella pensaba en la familia de Kelly Drew y la de Tim Hack. Pensaba en todos los padres cuyos hijos nunca volvieron a casa.

“Mi hijo mayor tenía casi la edad que Tim tenía la noche que murió, y mi hija era solo unos años menor que Kelly. Mientras mis hijos dormían tranquilamente en sus habitaciones, sabía que yo no debía ni podía quedarme callada”, relata en su libro.

Llamó, y la atendió un detective de apellido García. “En ese instante destapé la caja de Pandora, y para algunos de mis hermanos, parecía que yo era quien había hecho algo imperdonable“, manifestó, dolida por la fractura familiar inevitable.

“Me siento culpable por ello, pero también por no haber denunciado antes, porque tal vez se habrían salvado otros”, se lamentó.

La confesión de Edward Edwards, un asesino serial secreto por 30 años, y la sentencia de muerte

El detective la escuchó mientras explicaba por qué Edward Wayne Edwards, su padre de 75 años, que vivía en Kentucky con su madre, podría ser el hombre que estaban buscando.

“Cuando colgué, pensé: ‘¿Qué acabo de hacer?’”, se sinceró. April ya tenía 56 años cuando le avisó a la policía sobre la posible conexión con el asesinato de los jóvenes novios Hack y Drew.

April Balascio, la hija de Edwards, junto a dos de sus 11 perros. (Facebook: April E. Balascio )April Balascio, la hija de Edwards, junto a dos de sus 11 perros. (Facebook: April E. Balascio )

El ADN estableció que había coincidencia genética con Edwards, y su hija fue la primera en saberlo. Quedó atónita y muy afectada emocionalmente.

“Le pregunté al detective García si estaba seguro de que el ADN coincidía, me dijo que no había posibilidad de ningún error; y enseguida vomité”, describió sobre la peor sospecha confirmada.

Contarles a sus hijos que su abuelo era un asesino en serie fue una conversación muy difícil: “Creo que los secretos familiares siempre se vuelven en tu contra; así que me senté con ellos y les conté con respeto lo que pasó, sin entrar en detalles escabrosos, porque lo iban a ver en internet, y prefiero que la información venga de mí que de otro lugar”.

Después de su arresto, Edwards se declaró culpable del doble asesinato, pero no brindó ninguna explicación sobre el motivo del ataque. Y sorprendió con su confesión cuando dijo que había cometido “varios crímenes más”.

A los 75 años padecía obesidad mórbida y dependía de oxígeno y una silla de ruedas para trasladarse. Solicitó él mismo la pena de muerte como sentencia, y dijo que también había matado a Billy Lavaco, Judith Straub, e incluso a su hijo adoptivo, Dannie Law Glockner.

“Eso me dolió muchísimo, porque era como un hermano para nosotros y siempre tuve sospechas, pero saberlo fue devastador por la crueldad con la que asesinó a Dannie”, comentó April.

Cuando ella y sus hermanos se fueron de la casa, su padre adoptó a Dannie Boy, amigo de su hijo menor. Dannie no tenía familia, e idolatraba a Edwards. Empezó a llamarlo “papá” y adoptó su apellido.

Se alistó en el ejército siguiendo su consejo, y Edwards le contrató el seguro de vida militar máximo de 200.000 dólares. Un año después encontraron el cuerpo de Dannie Boy en una fosa poco profunda cerca de la casa donde vivían.

Había recibido dos disparos, pero no hubo arrestos. Y tal como en el caso de los adolescentes, Edwards se mudó poco después con su esposa de Ohio a Arizona. Eso fue en 1996, pero según dijo, antes había asesinado a otra joven pareja, Billy Lavaco y su novia, Judith Straub, en 1977.

Edward Wayne Edwards a los 75 años, tras ser arrestado. Edward Wayne Edwards a los 75 años, tras ser arrestado.

“Lavaco fue ayudante de mi padre en un trabajo, y él me abusó cuando yo tenía ocho años, pero no tenía idea de que mi papá lo supiera”, confesó April, que tampoco sabía que el hombre estaba muerto desde ese momento.

Nunca volvió a ver a su padre después de entregarlo. “El único contacto que tuve fue cuando me envió dos hojas de papel por correo: una tenía su firma y la otra decía: ‘Querrás conservar esto porque valdrá mucho dinero’“, reveló.

“Los rompí y los tiré a la basura; eso demuestra su comportamiento narcisista”, asegura April, que aclara que no siente odio por su padre, pero ahora sabe quién es y qué hizo.

Él sabe que fui yo quien lo delaté, y aún así me perdonó. Yo creo en el perdón, y siento que pude perdonar mi propio pasado, aunque mis hermanos no sientan lo mismo”, lamentó.

Por más que tuvieron la misma crianza y vieron muchas de las mismas escenas violentas, la distancia familiar fue irreparable. April jamás habló sobre cómo reaccionó su madre ante el arresto de su papá.

“Creo que el primer asesinato que cometió mi padre fue cuando yo tenía 2 años, y siguió hasta 1996”, indicó. Tras confesar cinco asesinatos, el 8 de marzo de 2011 Edwards fue condenado a muerte.

Su ejecución se fijó para el 31 de agosto, pero el 7 de abril murió solo en su celda de causas naturales. “Su propio cuerpo lo traicionó, privándolo de su última actuación, y eso fue una bendición para nosotros, sus hijos, nietos y su esposa, para que nos libráramos del circo”, resumió la propia April.

Balascio ahora está divorciada y vive sola en el Panhandle de Florida, con 11 cachorros de goldendoodle. “Soy amante de los animales desde niña, pero mi papá no sabía cuidarlos y era cruel con ellos, así que hoy soy feliz dándoles amor”, indicó.

Su libro está dedicado a Dave y Judy Hack, los padres de Timothy , uno de los novios adolescentes. April los conoció en persona, y pese al dolor inconcebible de la pérdida que sufrieron y la ausencia de justicia, ellos la abrazaron y le agradecieron por haber descubierto la verdad.



Fuente: www.clarin.com

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